Crítica de cine por J.J. Durán: La novia: el problema de no conocer bien a tu pareja

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La Novia

Cuentan que en algunos lugares de Rusia Imperial existía la inquietante costumbre de fotografiar a quienes habían muerto recientemente, y más escalofriante aún: dibujarle ojos para que parezcan vivos en las instantáneas. Pedazo del pasado que la película de terror ‘La Novia’ aprovecha para promocionarse como “basada en hechos reales”. Etiqueta que no sé por qué hace que cualquier film cobre un mayor interés por parte del público (habría que hacer un estudio sociológico al respecto), y es por ello que considero necesario hacer una brevísima precisión que muchos la conocen pero otros no. El estar “basada en hechos reales” no significa que todo lo que sucedió en el transcurso de una película haya ocurrido tal cual en la realidad, sino por el contrario, esa etiqueta más bien nos está diciendo que una cinta equis se agarró de algún hecho histórico (como la mencionada al inicio de esta crítica) para luego dar rienda suelta a la imaginación de los guionistas.
Dicho esto, ahora escribiré una breve sinopsis de manual, casi como acto rutinario de comienzo de semana y cubriéndome la boca con la mano para atajar un bostezo soporífero, de esos que contagian masivamente por su pereza, referente a este film horroroso. Y esto lo digo no precisamente en el mejor sentido de la palabra. Así pues, ‘La novia’ parte transportándonos a la Rusia de comienzos del siglo XIX, en donde un fotógrafo logró transferir las almas de los difuntos en el negativo de su cámara y así vencer a la muerte, con el pequeño detalle de tener que ˗irónicamente˗ matar a otra persona mediante rituales varios para devolverle la vida al difunto. Mientras que en el presente, una joven y hermosa rubia (que el espectador la verá casi desnuda antes de la media hora de película, hecho que no tiene ninguna relación con el argumento) está a punto de casarse y por eso decide conocer a la familia de su novio.
Entonces la joven pareja viaja hasta llegar a una casa que se cae a pedazos y en cuyas paredes están colgados los inquietantes cuadros de algunos antepasados familiares que darán pistas del vínculo que tiene el novio con el fotógrafo de la Rusia Imperial que logró encontrar el antídoto para vencer a la muerte. El problema es que ella tomó la decisión de casarse un tanto apurada, dejándose seducir por el rostro encantador de su futuro esposo, sin conocerlo a fondo y sin advertir que detrás de esa careta habita un hombre atrapado por fuerzas oscuras, cuya familia está maldita y que tiene preparada para ella algo más que una simple boda de matrimonio.
De ahí en adelante la película se va transformando en una pasarela de lugares comunes del cine de terror que no logran ni siquiera inquietar al público que acudió en masa al cine. A decir verdad, más bien escucho algunas risitas provenientes de las butacas detrás de mi asiento y por casualidad veo que una chica prefiere mirar la pantalla de su celular en vez de la pantalla grande.
Y si bien ‘La novia’ se ha promocionado como una película de terror rusa, ese estilo europeo tan característico en los planos y en la cinematografía aquí no asoma por ninguna parte, y en su afán por copiar el sentido del espectáculo del cine estadounidense, tampoco sale bien parada en cumplir con una de las leyes tácitas de Hollywood: hacer que el cliché funcione. Muy distinto al caso de otra cinta del viejo continente y del género del terror que sí logró convertirse en un éxito internacional gracias a su maestría, como fue “Los otros” (2001) del director Alejandro Amenábar, que por lo demás dio cátedra en utilizar bien aquella inquietante costumbre del pasado consistente en fotografiar a los muertos.
En fin, la única sabia lección que me dejó esta olvidable, repetitiva y confusa película de “terror”, es que uno tiene que conocer bien a su pareja antes de casarse.

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