Dos novelas olvidadas

Rodrigo Ramos
Twittear
Compartir

“Las aguas sucias” de Eduardo Tirado es una novela que ha pasado desapercibida en Antofagasta. La novela es de mediados de la década pasada y sorprendió con una reseña positiva en El Mercurio de Santiago. Luego pasó al olvido como la mayoría de la producción literaria independiente de la Segunda Región. La diferencia del trabajo de Tirado, con respecto a otros, es que da en el clavo con un tema actual: la contaminación.
La novela comienza con el asesinato de un biólogo marino que investiga la contaminación de la Bahía San Jorge en Antofagasta.
El biólogo buscaba el origen de la contaminación. El asesinato mueve la historia. Después hay unos pescadores que se sienten involucrados, pues uno de ellos ayuda al biólogo a sacar las muestras de aguas. También hay un médico involucrado, que es el hermano del biólogo. El médico piensa que el asesinato de su hermano le bajará el perfil a su prestigio. El biólogo también tiene un hermano periodista que trabaja en un canal de Santiago. Al periodista también le molesta el crimen pues no quiere figurar. Todo se mezcla hasta el desenlace.
La trama no suelta al lector hasta el final, con un engranaje propio de novela negra. En consecuencia, no es una novela políticamente correcta. Por el contrario, rememora la mítica novela Carnalavaca.
Carnalavaca fue escrita por Andrés Garafulic y publicada en 1932, por la editorial Nascimento. En resumen, Carnalavaca es la primera novela chilena que cuenta la historia de la apropiación del cobre chileno por privados, en una clara referencia a Chuquicamata. La novela en su momento fue censurada y Garafulic pasó al olvido de la literatura nacional. El texto se transformó en un mito. Merece una reedición pues, con el tiempo, cambiaron los protagonistas, pero el meollo del asunto es el mismo.
Tanto Tirado, a su manera, como Garafulic, marcan un camino en cuanto a abordar temas de la región que colisionan con los intereses que hay en la misma. La calidad y honestidad de sus trabajos perdura en el tiempo aunque, si le interesa leer ambos textos, pregunte en las bibliotecas de Antofagasta. Si es que no están, ¿podrá usted deducir la razón de su ausencia?

Ver más columnas de este autor
¿Qué opinas de esta columna?

Una iniciativa de